Los listones de San Lorenzo Mártir
Jóvenes y viejos se reúnen afuera de la iglesia de San Lorenzo, por fe o por costumbre la gente llega para cumplir con la tradición del pueblo y rendir honores al Santo patrón de Zinacantan.
Debajo de un techo de lona blanca, se ha instalado todo lo necesario para celebrar la misa, la gente espera ansiosa el mediodía de la hora de Dios, no del horario de verano, están atentos a la orden del cura, que ha llegado de la diócesis de San Cristóbal para oficiar la misa. Mayordomos, alféreces, rezadores, haciendo gala de su vestimenta tradicional acompañan este ritual católico.
Al principio de la Colonia, cuando los misioneros dominicos llegaron a este lugar, fundaron la Iglesia en honor a Santo Domingo de Guzmán. Doscientos años después se retiraron y dejaron la encomienda a la gente local cambiando el santo patrón a San Lorenzo Mártir, cuya figura tallada en madera apareció en el cerro del Tzontehuitz, cuentan los viejos. Las campanas y los treinta y cinco Santos que se aprecian al interior de la iglesia son cuidados por las autoridades tradicionales. Nadie puede tocarlos más que ellos y con un motivo especial, cumpliendo puntualmente las celebraciones en honor de cada uno durante el año de su encomienda.
Cuando la celebración de la misa termina, la gente vuelve al interior de la iglesia. Adentro se siente el calor de las miles de velas encendidas y la imaginación vuela en ese mar de flores de colores que adornan cada rincón de la misma. Es el día principal y es importante cumplir con el ritual. Una anciana se para frente a la imagen de San Lorenzo mientras inspecciona cuidadosamente los listones de colores que cuelgan sobre la figura, haciendo juego con la ropa tradicional que viste al santo, los listones se escogen uno a uno, igual que los colores del arcoíris. En lo ancho de cada uno se escribirá la promesa o petición que el santo patrón habrá de cumplir en un determinado tiempo. Ese listón se quedara ahí, sumándose a los miles de listones más, que durante años se han acumulado. Me acerco a comprar un par de listones y me formo en la larga fila que se ha formado para pasar frente a San Lorenzo. Rezarle y agradecerle es mi propósito, al mismo tiempo que observo el ritual que cada persona hace. El olor de las flores invade el espacio y una energía mágica se percibe en el lugar. Algunas mujeres después de hacer su oración, se colocan el listón en el pelo o en la muñeca como adorno y para que las guie por el buen camino. Otros más, como yo, se lo llevan junto con algunas flores como recuerdo, que servirá como amuleto de la buena suerte para la casa o el negocio…